Ruta Muisca y Cundinamarca

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Historia - Las Lagunas Sagradas Muiscas

Esta ruta está marcada por las lagunas y su relación con la cosmogonía Muisca, según Rodríguez Freyle: “los muiscas tenían señalados cinco altares o puestos de devoción: Guatavita, Guasca, Siecha, Teusacá y Ubaque. También Iguaque, la laguna que representa la fuente creadora del ser humano, Fúquene lugar de reposo de misteriosas deidades, Suesca, por donde transcurrían caravanas de mercaderes de carbón y sal, y Tota, que representa la bendición de Nemqueteba, también forman parte de los lugares sagrados para los muiscas. Dios yacía en la naturaleza y «movía su líquida forma desde lo alto del cielo» y formaba las lagunas. El agua de las lagunas y de los ríos sustentaba la principal actividad económica de los muiscas: la agricultura. De las lagunas y los ríos obtenían parte de su sustento, pues se sabe que ellos pescaban chimbe y guapuchas en el río Funza y en otros ríos o arroyos que llamaban Gua-muyhyca (Bohórquez, 2008).

Suesca, Guatavita , Sesquilé y Laguna de Tota

Las rutas comprenden en principio, la visita a 3 pueblos que son significativos dentro de la ruta, y homogéneos por poseer cada uno una laguna en especial.  Inicialmente el municipio de Suesca, reconocido por sus formaciones geológicas, ideales para la escalada y actividades relacionadas con el senderismo y el montañismo, sumado además a su rica tradición culinaria.

el municipio de Guatavita y Sesquilé, reconocidos por la tradicional leyenda de El Dorado, donde los Muiscas realizaban sus rituales para ofrecer oro al dios Sua, la laguna está enmarcada en las formaciones geológicas de la Cordillera de los Andes y representa por su historia, un alto valor patrimonial, cuenta con guías nativos  y es protegida por el Gobierno de Colombia.

La laguna de Tota, el espejo de agua de mayor diámetro en la geografía colombiana, este cuerpo de agua se encuentra a 3.015 metros sobre el nivel del mar, mide 55 kilómetros y tiene 70 metros de profundidad.

Importancia de esta ruta

La Ruta Muisca tuvo una poderosa influencia en el comercio de la zona: en tiempos prehispánicos, los muiscas y laches de las tierras altas mantuvieron estrechos vínculos con los grupos de las tierras bajas. Al menos dos variables sirven para explicar ese interés. Primero, la circulación de bienes exóticos de los llanos, ayudaba a reforzar el prestigio político de los caciques y especialistas religiosos: la parafernalia del chaman muisca incluía pieles de felino y drogas narcóticas que se conseguían en las tierras bajas, no en los Andes. Incluso sus santuarios estaban construidos con troncos de árboles traídos de los Llanos. Segundo, existían razones puramente económicas (Langeback, 2000).

El bello término "Sua-Mox"

El subtítulo «Sua Mox», se basa, en principio,  en la concepción y relación de la cultura Muisca con el agua que tenía dos vocablos fundamentales: “ante todo, «mox», es decir, morada divina. Es, también, el espejo de Sua, el dios Sol, y es el tesoro cultural de una comunidad que centró su mirada en las lagunas. Dentro de sus observaciones cotidianas aparecen elementos desde los que se puede hablar de una cultura del agua, en donde los ritos religiosos y los relatos mitológicos relacionados con este elemento, aparecen enlazados a la vez, con diversos momentos o etapas de la vida del muisca, desde el nacimiento hasta la muerte”(Bohórquez, 2009).